domingo, 14 de diciembre de 2008

LAS TARDES

Había en el patio un arroyo.
La casa rodeada por pitales,
por naranjas, por limas, un viejo tamarindo
y un árbol de mango como sauce.

Había un arroyo en el patio de la casa
y pavos, y gallinas agresivas que peleaban con los perros
y perros que comían a escondidas
los zorros de la noche.
Los gavilanes sobrevolaban la casa en busca del descuido,
los gallos se escondían en los pitales
cazando al gavilán.
Todo era un círculo perfecto:
el arroyo inundaba de rumor todas las tardes
y salíamos al patio en busca de la brisa
que no siempre llegaba. Pero estábamos ahí,
y la lentitud del tiempo espantaba hasta los muertos.
¡Tardes! decía el viento,
cuando la noche era ya una sustancia inevitable.

Entonces prendíamos el monte seco
y el humo se elevaba blanquecino hasta la noche.

ENTRE LA DUDA Y EL LLANTO

¿Cuál de las casas de mi infancia es la casa
donde pululan, cristalinos, los recuerdos.
Cuál de los barrios de mi infancia, en dónde
aquella luz mitigada por el insomnio.
Cuál de los hornos, donde mi madre preparaba el pan, está dispuesto.
Cuál de las ventanas hacia el patio de los cuáles,
cuál de las noches y los techos, cuál de las tejas,
la de asbesto, la de lámina, cartón, el crudo cemento.

Cuál de las casas de mi infancia es la casa
donde mi abuelo me espera sin saber que morirá mañana,
sin conocer mis pasos que el nombró.
Cuál de los insomnios infantiles no me deja dormir.
Cuál de los gallos, que amanecían mi sueño,
canta en el patio del vecino, cuál.
Cuál de los llantos de mi madre, cuál
de los ecos, cuál de sus prodigiosos ungüentos me curaba.
Cuál de sus cantos que no escuchaba por dormir, cuál
de los sueños que inventé hace tiempo
entre los patios de la noche y la comida puesta.

Cuál de aquellos niños era yo?

Sin título

He regresado a los portales de la infancia
y he descubierto que allí el mundo es bueno.
He regresado con los ojos de mi sangre
en otro cuerpo más pequeño y más adolorido.
He regresado con los pasos temblorosos,
con la duda en cada verbo apenas conjugado.
He regresado y los días duran años,
he regresado y me saben a miel aun los dolores.

domingo, 16 de noviembre de 2008

LO QUE IMPORTA

Solo, acaloradamente solo,
meciéndome en una hamaca sin importarme el tiempo,
sin echarle ganas a las cosas que debo,
sin importarme nada de lo que sucede afuera.
Solo, meciéndome con el pie derecho.

Y son largos los días que paso metido en esta red que me mantiene en el aire.
Y me fijo en el detalle de la mosca que desprecia las migajas de la cena.

En la hamaca, sin rascarme siquiera la cabeza,
no me importa el tiempo de los trámites bancarios,
ni los pagos con fecha de vencimiento.
No me importan las guerras.

No me importa el avión que hace un momento se derribó en África.
Me importa una cosa:
Me pregunto a quién, además de mí, le serás ahora indiferente,
quién ha disfrutado de los dones de tu cuerpo,
los húmedos y salados dones de tu vientre.
Quién estará junto a ti, pensando en la mujer de la oficina,
la de sonrisa fácil y cortas faldas.
Quién, te mirará dormida, buscando la manera de decirte
que es necesario darse tiempo, conocer otras gentes,
que todo ha caído en la costumbre, que el amor no existe y la pasión
no da para tanto.

Quién te romperá el corazón, alejándose sin explicaciones.

Y pienso: Es mejor que no estés,
porque no existe nada peor ni más incómodo
que compartir la hamaca con una mujer que piensa en otro.

jueves, 13 de noviembre de 2008

CLARIDAD

¿Dónde están las palabras cuando más se necesitan?

Hay palabras para vivir, tan necesarias como el aire
y uno se ahoga sin ellas, las busca
empuñando en la asfixia,
en lo oscuro y en la luz, aquello que todavía y hasta dónde
no ha sido dicho.

Una palabra para que el tiempo no se detenga,
ni nos deje olvidados en algún segundo de la hora.
Uno busca la palabra en los diccionarios,
en los inventarios de las tiendas de antigüedades,
uno busca en el silencio,
en el recuerdo, en la nostalgia de los días que vendrán,
la palabra que de plenitud a la hoja en blanco,
la silenciosa, letra por letra,
llenando lo que es necesario decir y no es posible.

No es el afán de llenar los folios
con palabras inútiles que nada dicen,
o dicen por sí mismas lo que uno ni siquiera ha querido pensar.
Esta palabra, la que busco, incendia lo que toca, aun el agua.

lunes, 10 de noviembre de 2008

COMO DESPUÉS DE UN DÍA DE FIESTA

Nunca la vida más amarga
que a la mañana siguiente de la fiesta.
Agrio el sabor del primer aliento,
es inmensa la sed con que se nace,
el espasmo del vómito que niega el beneficio
de comer algún bocado.
Y la memoria inconclusa, incendia,
echa a andar la tripa hasta el siguiente vaso,
hasta la tarde, hasta asomarse a la ventana al mundo,
a la calle aprisa
que hace tiempo amaneció.

Y la casa tirada, todo inmovil oliendo a tabaco.
Toda la casa,
toda la memoria
ceniza.

domingo, 21 de septiembre de 2008

QUÉ DETESTABLE AQUEL QUE LLORA EN PÚBLICO

Abundan en funerales
o en esquinas llorosas novias, que sin decir palabra,
esperan retener al que ya desde antes, y aún estando, se ha ido.
Y los niños que lloran sus primeros días de kinder
sin saber que no se debe desperdiciar el llanto,
porque el amor reclamará esas lágrimas
y la muerte exigirá su cuota
de dolor podrido, de dolor a sombra,
cuando el sepulturero comience a cavar la fosa de quien más se ama.

Que detestable aquel que llora de hambre
pidiendo dinero en una esquina
exhibiendo el brazo mutilado,
tocando horriblemente la armónica
que llora de pena ante su mal sonido.

Yo prefiero la soledad de mi casa para llorar a gritos,
enjuago mis lágrimas con kleenex, me tiro a la cama,
pataleo y hasta rompo algún tiliche que hace tiempo no uso.
Lloro, sí, lloro con elegancia,
y mi dolor no es menos
de aquel que llora en público.

"COMO DESPUÉS DE UN DÍA DE FIESTA"

Nunca la vida más amarga
que a la mañana siguiente de la fiesta.
Agrio el sabor del primer aliento,
es inmensa la sed con que se nace,
el espasmo del vómito que niega el beneficio
de comer algún bocado.
Y la memoria inconclusa, incendia,
echa a andar la tripa hasta el siguiente vaso,
hasta la tarde, hasta asomarse a la ventana al mundo,
a la calle a prisa
que hace tiempo amaneció.

Y la casa tirada, todo inmóvil oliendo a tabaco.
Toda la casa,
toda la memoria
ceniza.

VIERNES DE QUINCENA

Qué soledad tan impensable,
la de aquel que se emborracha hasta perderse,
porque nadie le espera,
o porque la que lo espera durmiendo
en uno de los lados de la cama,
no es quien habita su ebrio corazón.
Qué soledad la de aquel que se queda dormido
debajo de las desveladas mesas,
la de aquel que trastabilla al pasar el umbral,
y deja prendida la llave de la puerta
y se queda dormido en la taza del baño
hasta que alguien, a la mañana siguiente,
lo despierta diciendo:

¡Amor, el desayuno está listo!

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Álvaro Solís, Cantalao, Universidad de Guanajuato, 2007.


Por Brenda Ríos

Ayer se presentó en Bellas Artes este acuático, fundamental libro. Le llevó al tabasqueño ocho años reconstruir o recordar -que es otra manera de construir- la ciudad pensada para los artistas que Neruda no pudo concluir. Cantalao tiene calles y casas donde podemos tonar el fresco y sentarnos a mirar y a desear el mar, pero también tiene ríos y cauces, y mujeres blancas esperando. Cantalao es un estado de ánimo, entre la languidez, el abandono como un cuerpo en el mar se abandona, pero también es un libro de espera y de caminos de agua, múltiples, desvanecidos, presintiendo el río en su llegada. La voz del poeta ocurre cerca, no está plagada de retóricas antiguas o temas suntuosos, no habla de templos o reinos perdidos, Solís habla de este tiempo que es el nuestro en que la vida ocurre a descampado, a la intemperie, a la mitad del agua en la cintura, en la provincia o en la ciudad pero en uno mismo.Enhorabuena al poeta. Un libro, sin duda alguna, entre los más bellos de los últimos años.

Presentación de Diván de Mouraria de Mario Bojórquez y Cantalao de Álvaro Solís

Por Omar Alcántara

Dos formas de sentir nostalgiaOmar AlcántaraUnos minutos después del mediodía, ante una nutrida asistencia, el ensayista y poeta Alí Calderón fue el primero en tomar la palabra. Durante su intervención comentó la obra de Álvaro Solís, al tiempo que invitó a una reflexión sobre la estética de la poesía actual: en su opinión, mucho de esta estética “se nos ha impuesto”, alejándonos de lo que el consideró “la razón de ser del poema”: el estremecer. De ahí que elogiara la poesía de Solís, ya que, en su experiencia, él es de los “pocos poetas de su generación que provocan algo”.
Alí Calderón también destacó “el prodigioso lirismo, [el] desborde de melancolía y soledad” que se halla en la poesía de Solís, y apuntó que sus “hallazgos extraordinarios” lo ubican “lejos del vacío conceptual”, por lo que lo llamó digno heredero del poeta José Carlos Becerra, con quien Solís comparte el origen tabasqueño.
El poeta Jair Cortés, por su parte, se encargó de comentar el libro y la poesía de Mario Bojórquez. Comenzó hablando de la amistad que los une, y enseguida hizo referencia al trabajo de Bojórquez, destacando en él su “preocupación estética múltiple” y “su asombroso manejo del lenguaje”. A decir de Jair Cortés, en Diván de Mouraria se expresan “las más profundas pasiones del hombre”, con lo que destacó en el libro presentado tanto la expresión, como el hecho de que en cada uno de sus versos de siempre encontremos un “hallazgo poético”.
A continuación, fueron los autores de Cantalao y Diván de Mouraria quienes tomaron la palabra. Álvaro Solís habló del origen de la palabra “Cantalao”, que se refiere a un pueblo ficticio en donde Pablo Neruda imaginó una comunidad de artistas junto al mar, y que Solís descubrió en la lectura de una biografía sobre el poeta chileno: “Este libro, titulado Cantalao, habla un poco sobre aquel pueblo que no existió […] por lo que las dos primeras partes [del libro] son la descripción [del mismo]”.
Álvaro Solís comentó también sobre la nostalgia que experimenta al recordar su estado natal, nostalgia que contagió al auditorio al entonar intensamente sus versos: “Alguien dicta al oído lo que escribo, nadie más escucha su palabra de sombra sin voz, sin labios, sin diafragma. Alguien dicta lo que escribo, su voz habla a mis manos, yo no escucho, no es palabra el sustrato; es latido” (“Escribano”).
Álvaro Solís, como lo hiciera después Bojórquez, leía y de reojo miraba a los presentes, como si buscara en ellos los efectos de sus palabras. Concentrado, trasmitía diversas emociones: “El mar es la tumba de Dios sin epitafio”. Sus versos fueron como una marejada tierna y susurrante en la sala. Y concluyó con su poema “Testamento”: “Con discreción tírenme al río […] con la discreción de la ceniza”
Mario Bojórquez, quien permaneció muy atentó a la lectura de Solís, elogió la lectura de su amigo al tomar la palabra. También habló sobre la composición de Diván de Mouraria: “[Lo] escribí en la soledad más plena [y] es un libro al que le tengo mucho afecto”. Y, como si no hubiera bastado el torrente emocional de la lectura de Solís, Bojórquez –en otra tesitura, en otro estilo, en donde la gesticulación de sus manos buscó acompañar en casi todo momento la fuerza de sus versos–, leyó sus poemas: “Porque he puesto en tus manos mi esqueleto de sombras/ en tus ojos abiertos ha crecido el espanto/ gacela de los días, náufrago de mi cuerpo” (“Gacela de antes del amor”).
Una tras otra, las gacelas y las casidas (poemas con filiación métrica y poética árabe) que componen su poemario, se expresaron con gozo. Después de algunos poemas hizo algunos comentarios: recordó a John Keats y puntualizó sobre los títulos de sus poemas. Y, nuevamente, vivió cada palabra suya: ya no leyó, sino que citó de memoria: “Todos tenemos una partícula de odio…”Los asistentes agradecieron con fuertes aplausos a los dos poetas, ambos ganadores de premios, ambos destacados escritores que dan fe de la cabal salud de la poesía en nuestro país.

viernes, 5 de septiembre de 2008

PRESENTACIONES DE MARIO BOJÓRQUEZ Y ÁLVARO SOLÍS

Este domingo, a las doce del día, en Bellas Artes, los poetas Mario Bojórquez y Álvaro Solís (becario 2003-2005) presentan, respectivamente, Diván de Mouraria y Cantalao, éste último Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura 2007.Sobre Cantalao, escribe Jorge Fernández Granados: "Los poemas que acompañan este libro saben conducir al lector por las intuiciones centrales de la melancolía, brillan de pronto como inolvidables brasas."Los acompañan Alí Calderón y Jair Cortés, becarios de poesía 2003-2004.

sábado, 23 de agosto de 2008

AJEDREZ

Poema de Marin Sorescu


Yo juego un día blanco,
él juega un dìa negro.
Yo avanzo con un sueño,
él me lleva a la guerra.
Él me ataca los pulmones,
yo pienso un año en el hospital,
hago una combinaciòn brillante
y le gano un dìa negro.
Él juega una desgracia
y me amenaza con el cáncer
(que por ahora anda en forma de cruz),
mas yo le pongo por delante un libro
y lo obligo a una retirada.
Le gano otras cuantas piezas,
pero mira, la mitad de mi vida
está fuera de juego.
- ¡Oh! le daré jaque a tu rey y perderás el optimismo,
me dice él.
- No es nada, bromeo yo.
Pues hago el enroque de los sentimientos.
Detrás de mí la esposa, los hijos,
el sol, la luna y los otros mirones
tiemblan ante cualquier jugada mía.

Yo enciendo un cigarrillo
y sigo la partida.

Traducción de Omar Lara

martes, 19 de agosto de 2008

NO HABLO DEL RÍO

No hablo del agua
no de la cuenca no del lodo
No hablo de la ribera no de los peces
no hablo de las crestas que convoca el viento

No hablo de la transparencia
que desborda
no que inunda
atrapa
infecta
ahoga
olvida

No hablo de las plantas que florecen no sin la lluvia
No hablo de tesoros extraviados por no nativos
ni de monedas no de oro
lanzadas por revolucionarios No

No hablo de armaduras con esqueléticos recuerdos atrapados en metal
No hablo de jaguares en plena cacería
ni de cocodrilos partiendo antílopes por la mitad
como se parte en dos una página
No hablo de cascadas
que es como se llama
a los ríos que se lanzan
por los aires siendo ríos
a los ríos que se lanzan
al abismo sin terror
No hablo de cayucos
ni de anzuelos
no de peces fugitivos
del engaño

No hablo de amarillas alfombras
movedizas
coronando
la corriente
sin su brillo

No hablo de embarcaciones
no del margen que se puede alcanzar con la mirada
ni de iguanas caminando como Jesucristo sobre el agua
No hablo de serpientes

No hablo de la palabra río
no de las letras que conforman la palabra
no hablo de la tilde que cae solitaria
gota de una lluvia apenas iniciada
No hablo de la palabra río
no de las letras que conforman la palabra
El río es otra cosa
que apenas puedo
ere
í
o

UN PASO ADELANTE

Me imagino más viejo
caminando por ciertas calles
con el cabello cano, camino a casa
y la barba de tres días y la mano en el bolsillo
en el juego de llaves, fumando
el último cigarrillo de la noche.

Seré el mismo para entonces
y me pregunto
si alguien me estará esperando
camino a casa.

ESCRIBANO

Alguien dicta al oído lo que escribo, nadie más escucha su palabra de sombra sin voz, sin labios, sin diafragma. Alguien dicta lo que escribo, su voz habla a mis manos, yo no escucho, no es palabra el sustrato; es latido.
Cuando a media noche me despierta el sobresalto de la pluma inaccesible, del inmarcesible papel en blanco ¿quién despierta? ¿quién se queda dormido?
Alguien dicta la tristeza, lo que no soy, lo que nunca he sido.
Alguien dicta, deletrea, suyo el impulso, lo que sin darme cuenta digo, suya la, pausa, el gesto de isla entre tormentas, y cuando no digo,

él es quien calla.

ESCRIBANO

Alguien dicta al oído lo que escribo, nadie más escucha su palabra de sombra sin voz, sin labios, sin diafragma. Alguien dicta lo que escribo, su voz habla a mis manos, yo no escucho, no es palabra el sustrato; es latido.
Cuando a media noche me despierta el sobresalto de la pluma inaccesible, del inmarcesible papel en blanco ¿quién despierta? ¿quién se queda dormido?
Alguien dicta la tristeza, lo que no soy, lo que nunca he sido.
Alguien dicta, deletrea, suyo el impulso, lo que sin darme cuenta digo, suya la, pausa, el gesto de isla entre tormentas, y cuando no digo,

él es quien calla.

domingo, 13 de julio de 2008

INDICACIONES DEL BARQUERO

Debes remar sin prisa,
la otra orilla te esperará de todas formas.

Que no se cansen tus hombros,
que nunca el remo encuentre impulso del abismo.

Que tu cuerpo rompa los obstáculos que interpone el aire,
que tu mirada logre, con la persistencia del suicida,
penetrar la oscuridad del río que conduce hasta la muerte.

Qué oscura es el agua del abismo.
Qué clara te parecerá entonces la hora última.

STYX

Largo, lo que se dice hondo,
es el cauce de los ríos que no llegan al mar
y llevan en sus aguas a todos nuestros muertos.
Hondo, lo que se dice largo,
es el río que no abandona su cuenca.

Largo y hondo, lo que se dice ancho,
es el río que lleva a la amargura,
invisible por debajo de las calles
en el dolor de la madre que ha perdido a su hijo,
en el dolor del hijo que nunca conocerá a su madre.

Largo, hondo, lo que se dice invisible,
recorriendo el tiempo de la vida cotidiana,
la luz de los semáforos,
y en las llantas desgastadas de la ira,
río, invisible río,
que de tan hondo, que de tan largo
parece no llegar y llega.

Largo, lo que se dice hondo,
hondo, lo que se dice turbio,
amargo es el río que será necesario cruzar cuando anochezca.

domingo, 22 de junio de 2008

ÁGATA LA TRISTEZA


A Paola Velasco

¿Qué pasa si soy el gato triste
el perdido gato en las calles el hambriento
el gato que se arrastra sobre las bardas
el escondido en los botes de basura

Qué pasa si soy el gato blanco
que no puede ocultarse de la noche
que nunca vuelve a casa
y maúlla en los recuerdos de la infancia

Qué pasa si soy el gato triste
Qué pasa si soy el gato
Qué pasa si soy él
Qué pasa si soy
Qué pasa

Qué?

martes, 27 de mayo de 2008

NINGÚN RECLAMO


A Jorge Kuri, in memoriam


Morirnos todos fue la consigna,
no importa si en grandes cruces (y con renombre),
pero morirnos, cerrar la puerta al salir
y con cerrojo.
Morirnos todos
de uno en uno o por montones,
pero ausentarnos de nuestras casas,
de la oficina y de los bares,
ausentarnos de las esquinas donde el semáforo
detiene los pasos nuestros hacia la tumba.

Morirnos todos y para siempre,
fue la consigna, que algunos cumplen
antes de tiempo.

viernes, 9 de mayo de 2008

LA LLUVIA INCENDIA LAS PALABRAS DE LOS MUERTOS DE MI CASA

I
Mi abuela se ha ido hacia otra parte
y ha olvidado su cuerpo en la cama
junto al tanque de oxígeno.

Mi abuela se ha ido hacia otra parte
—no sé a dónde—,
me mira desde otra orilla
y desde otra orilla me pregunta:
¿Cuál es su nombre, señor?

II
Mi abuela agoniza entre las sábanas,
platica con personas que nadie puede ver.
Ordena a Paloma que prepare la mesa
y regaña a los niños que corren invisibles por la sala.

Las palabras de los muertos de la casa
los escucha mi abuela,
quizá en el sueño seamos sus fantasmas.

Agoniza entre las sábanas oscuras de su cuarto,
ya no camina, ya no regaña el cadáver de mi abuela que aún respira.
Pero hay días, en que la lluvia no le incomoda los recuerdos
y me llama, me pide que la siente, que toque su cara,
dice que otra vez quiere bailar en la playa,
le sobra el tiempo para irse de parranda junto al mar.

Mi abuela de pronto, al cerrarse la ventana,
saluda al hombre que le detiene sus manos,
el hombre de blanco que ha venido por ella con remos en las espaldas.
—Recoge la mesa Paloma, ya comieron los niños,
no olvides regar las plantas antes de irte a tu casa.
Grita mi abuela con el aire que le queda.

YO SOY AQUEL QUE MIRÓ LAS GOTAS DEL MAR DILUYÉNDOSE EN TU CUERPO

He pensado en las palabras que cabrían a lo largo de tus hombros,
en silencio es dulce el sabor de tu piel cuando sueñas.

Eres más dulce cuando te quedas dormida, tu piel es más dulce,
más dulces tus manos que la azúcar morena,
más dulce el sabor de tu vientre
cuando por cansancio o por fastidio no me miras,
más dulce tu espalda alegremente dormida cuando el mar te ha tocado,
cuando sabes a mar y a ola furibunda.

He pensado en las palabras que cabrían a lo largo de tus piernas,
en las repeticiones posibles,
en los artificios que articulen con precisión
lo que quieres decir cuando caminas hacia mí, para abrazarme.

He pensado en las palabras que cabrían en lo dulce, en la piel dulce de tu cuello,
en las palabras dulcísimas, en la deliciosa miel de lo que dices cuando miras hacia atrás
y queda tu cuello descubierto a la mirada furtiva de mis labios

Qué palabras, ay qué palabras se podrían escribir
sobre tu cuerpo desnudo reflejando las ondulaciones de la luz sobre las olas.

DISTANCIA



Fuimos bajando hasta el fondo
por las calles del puerto. La noche
remaba en el abismo de los ojos.
Jorge Fernández Granados


Habíamos encontrado muchas luces en la selva,
pero perdimos el camino de regreso a casa.
Oscuridad por todas partes, sólo luces ululantes, voladoras,
algunas encerradas en nuestros frascos de mayonesa.

La noche se fue cerrando sobre nosotros
ocultándonos unos de otros. Las luces atrapadas languidecieron,
avanzada la noche nuestra casa estaba más lejos cada vez que respirábamos.
Parados en medio de la selva oscura, dijera el florentino,
esperábamos el amanecer que estaba a diez horas de distancia,
y la selva rujia mientras tanto,
y quebradizos aleteos de lechuzas coronaban nuestro miedo.
—No se alejen demasiado, advirtió mi padre,
pero seguimos nuestra vocación de nunca hacerle caso.
No había camino de vuelta, estábamos ahí para noche,
sus negras raíces fecundaban la tierra.

¿Cómo pudo la luz emboscarnos en la nada?
Habíamos encontrado muchas luces en la selva,
pero perdimos el camino de regreso a casa.

jueves, 17 de abril de 2008

POÉTICA

Miras con precisión cada poro de la hoja,
cada línea sugerida
e intenstas las palabras, sin éxito.

DELIRIUM

He tocado apenas el manido fondo más allá de toda cosa
y eran de alcohol sus torrentes propicios al naufragio.

Dichosa tú, memoria,
que al día siguiente
te me olvidas.

miércoles, 2 de abril de 2008

ELOGIO DE LA INFANCIA

A Úrsula García De Gante

Mucho tiempo he estado acostándome temprano. A veces, apenas había apagado la lámpara, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni tiempo tenía para decirme: “ya duermo”.
Marcel Proust


¡Palmeras…!
en constante movimiento.
El patio de la casa, el camino hacia la casa
y la tormenta que agita la dureza de los frutos,
los troncos que se doblan sin quebrarse.

¡Palmeras…!
con el tiempo amarillas dando frutos secos
que se caen, que se tiran previniendo el desastre
y flores de gardenia brotando de las matas,
flores y más flores y palmeras sedientas,
lejos todavía del mar y de la arena que hierve a mediodía.

Palmeras altas y otras pequeñas al alcance de las manos,
del machete acapulqueño de mi padre
rebanando los frutos, tomando la sangre transparente de los cocos
que la tormenta precipita a la catástrofe.

El viento lanza sobre el techo de la casa
pasos indecisos de gigantes sobre el techo de lámina,
sobre el sueño que tarda en llegar cuando hay tormenta
y los cocos, las palmeras, sus brazos volando por los aires,
por los aires las hojas de la palma
cada vez más lejos hasta el patio de algún vecino

¡Palmeras…!
que resisten las tormentas pero no los rayos

¡Palmeras…!
que resisten la inclemencia del sol pero no el recuerdo

¡Palmeras! tirando cocos
aquí y allá
invisibles, silenciosas, meciéndose en el aire.

Las palmeras de la infancia aún dan frutos
que ya no alivian mi sed.

martes, 18 de marzo de 2008

OTRO REINO

Me deslumbro en mis manos cuando logran
la efímera certeza de tocarte.

Rubén Bonifaz Nuño


Bailar, besarnos,
variar el nuestro abrazo al ritmo de la música,
al ritmo de la noche la primera.
Bailar como en esos días en que de pronto no dueles
y es posible salir a la calle
sin recordar tu nombre,
sin encontrarlo mal escrito en las pequeñas sastrerías,
en las tiendas de abarrotes, en las angostas fondas
donde se come mal, pero se come siempre.
Cuando es posible deambular en la calle
como cualquiera de los que ahí andan,
esos que ya, desde hace tiempo,
evitan los encuentros,
se miran sin mirarse porque no hace falta,
porque reconocen el paso,
el ritmo llorón de la viuda,
de la muchacha del departamento de abajo,
la que por muerte ha sido destinada a la soledad.

Aún es tiempo de bailar ebrios de júbilo y alcohol,
bailar a media noche afuera de un bar
donde el ruido es tanto,
que sólo nos queda besarnos, y bailar,
bailar besándonos, las lenguas bailando también,
y toda esa gente sin mirarnos
como si no fuéramos nadie,
como si no estuviéramos ahí,
cada vez más ebrios y menos noche,
amaneciendo casi la ciudad y nosotros bailando.
Luego el amor. El sueño y un par de miradas.

Bailar aunque las sillas ya estén sobre las mesas,
¿te irás, subirás a un autobús?
Antes deberemos besarnos como novios y no como amantes.
Luego fingir, y desde lejos, oculto entre la gente,
mirar la ventanilla donde sabré que estás sentada,
luego las luces rojas alejarse del autobús,
contigo adentro y tú sin caminar,
pero más y más lejos cada vez,
lejos, lejísimos…caminar sin prisa, sabiéndote ya inalcanzable.

Sin recordar tu nombre, amanezco con un paso en el sueño
y el otro en cualquier parte, pero lejos,
sin ganas de salir, pero poniendo el seguro a la puerta
para que nadie pueda robar
lo que aún de ti quedó en la casa.
Sin encontrarlo mal escrito
en las pequeñas sastrerías,
aun más silencioso tu nombre
que el silencio de la ciudad de madrugada.

Bailar, besarnos,
variar el nuestro abrazo al ritmo de la música,
al ritmo de esta noche última donde no dueles todavía
y es posible salir a la calle,
sin encontrar tu nombre mal escrito en las pequeñas sastrerías,
en las tiendas de abarrotes,
en las angostas fondas donde se come mal pero se come siempre.

martes, 12 de febrero de 2008

LA ESPERA



Para Antoni Marí

Desde el fondo de la soledad y aún más de la desdicha,
si es dado que una ventana se abra, se puede, asomándose a ella,
ver, pues que andan lejos e intangibles, a los bienaventurados.

María Zambrano


Siempre estamos solos, el mundo no existe allá afuera,
ni la apretujada multitud, ni los campos, ni los bosques,
ni las playas propicias para el sosiego.

Cuando asecha el sueño o la esperanza o el dolor,
estamos solos, nadie nos espera de vuelta,
nadie recuerda nuestros mejores momentos;
(nuestra fugaz parcela de felicidad.)

Cuando asecha el insomnio o la incumplida promesa o la fe,
cerramos los parpados como para dormir
y la memoria repasa con precisión los despojos del día,
porque estamos inquietos y reinicia la mañana en sus vendimias ásperas,
su duermevela en todo lo que está al alcance
entre los sueños infantiles y la reumas de la vejez.

Cuando estamos en medio, miramos hacia atrás sin remordimiento
el paso del recuerdo que no produce temor,
reconocemos el odio,
negamos abrir los ojos porque ha sido insuficiente la noche
y escuchamos el mundo que nos llama,
su ayuna indiferencia, sus trajeadas prisas,
los desocupados asientos de la fortuna que se han alejado del todo
aunque sigamos tan solos, aunque sigamos tan solos,
aunque sigamos tan solos y solos y solos, como para morir.

domingo, 27 de enero de 2008

ALEA JACTA EST

Vivo la frustración
de no tener lo que me place.
Vivo la soledad
de no dormir acompañado,
y arden mis pies cuando camino,
el recuerdo de mis pasos durante el sueño, arde.

Se me ha negado la fe
y el amor se pasó de lanza.

Porque levanto la costra de la herida
sin quejarme, lo digo:
La felicidad está en otra parte.