miércoles, 29 de julio de 2009

OTRO REINO

I
Me niego al tálamo ardiente de la soledad,
no me gusta estar solo, no lo prefiero.

Porque la pesadilla nos cae encima
como el muerto más querido cuando se está solo,
no lo prefiero, no me gusta.

II
Desperté muchas veces
con el temor de que ya no estuviera a mi lado,
poco a poco perdí el miedo, agarré confianza,
mi sueño se volvió tranquilo conforme pasó el tiempo.
Ya no despertaba a media noche
sobresaltado,
echando el brazo para tantear su espalda,
temblorosamente dormido y ciego,
sin comprometer una partícula del alma en el gesto,
mi brazo sin mí y ausente, mi brazo nervioso
se extendía hasta el borde suyo de la cama
para descubrir que aún estaba.

Mi sueño era tranquilo entonces,
pero nada es eterno.

III
Siempre durmió del lado derecho,
defendía ese pequeño territorio de sábanas con tanta ferocidad,
que jamás pude quitárselo.
Sólo cuando hacíamos el amor
y toda la cama era tierra de nadie,
yo la despojaba.

Al final, cuando el cansancio nos empujaba al sueño,
ella recuperaba con un sólo movimiento,
tibia estrategia, aquel Reino.

IV
Amanece, la cama vacía.
Prefiero la polvosa alfombra
o dormir en otra parte,
pero se ha hecho tarde
y la ciudad es peligrosa.

Adentro la luz, el aire afuera, siempre afuera.
Pero aquí la frialdad del invierno,
a veces entra tu nombre cuando alguien
te llama desde el edificio de enfrente,
y dan ganas de asomarse, decirle que ya no estás,
que otro es el lugar donde debería buscarte.
No en esta casa, ni en estos brazos,
no en esta cama sola de oxidados microporos,
que han olvidado el peso de nuestros cuerpos,
el aroma, el dulce sudor que sale desde adentro.

Atrás tu nombre dentro de mi boca,
oculto a los curiosos,
porque nunca me estuvo permitido nombrarte.

Solo, tan solo como para morirme.

domingo, 12 de julio de 2009

Ningún reclamo

A Jorge Kuri, in memoriam

Morirnos todos fue la consigna,
no importa si en grandes cruces (y con renombre),
pero morirnos, cerrar la puerta al salir
y con cerrojo.
Morirnos todosde uno en uno o por montones,
pero ausentarnos de nuestras casas,
de la oficina y de los bares,
ausentarnos de las esquinas
donde el semáforo
detiene los pasos nuestros hacia la tumba.
Morirnos todos y para siempre,
fue la consigna, que algunos cumplen
antes de tiempo.

Finalmente

Persiste, no en la flama,
sino en la desnuda luz que no calienta.
No en la luz de las antorchas
que incendia la mano que la porta.
Es otra luz que no enceniza
ni transforma lo sólido en etéreo.
Persiste, en la luz de la vela que está lejos,
que no puede apagarse ya con el aliento.
Persiste, no en el vaso,
ni en la arisca gota de la lluvia,
no en el río.
Es otra el agua que llena estos depósitos ocultos en el cuerpo.
Persiste, en el mar que se oculta a la mirada.

martes, 3 de febrero de 2009

LOS DÍAS Y SUS DESIGNIOS



Palabras, ojos con los que tal vez no debimos mirar.
José Carlos Becerra



Los días, pequeñas losas sobre un hombro vencido,
la lluvia desgastándose en sus gotas sobre un mismo punto de cemento,
palabras, una detrás de otra, perturban la tranquilidad para el descanso.

Los días y las palabras maduran lejos del árbol,
en otra parte sus carnes gestan el sentido,
pequeñas losas sobre una mano cansada,
silencios al oído de quien no quiere escuchar.

Palabras en los ojos del ciego
que aun alza la cabeza para descifrar los astros.
En el recuerdo los designios y los días,
el mar que aún levanta sus furias con la noche.

Palabras necesarias y finitas,
pequeñas luces tiritando a lo lejos.
Porque están solas cuando nadie las mira,
las palabras guían los barcos cuando la tormenta
sacude la destreza de los náufragos.

DOMINGO


Y las altas
raíces curvadas celebraban
la partida de los prodigiosos caminos,
la intervención de las bóvedas y las naves.
Saint-John Perse


Yo quiero un mantel donde sentarnos a pasar la tarde
y recordar que arranqué la mala hierba con mis manos,
sacando al sol las raíces que a gusto germinaban bajo tierra.

Arranqué la hierba de los campos
que mi padre cosechó con naranjales y amarillentas limas,
y recordar
cuando mi padre enlutó los puños contra la pared,
cuando decidió que no era necesario el equipaje a donde iba
e incrustó sus manos contra aquel yeso del muro que todavía sostiene la casa,
el techo que alguna vez el aire arrebató
para mostrarnos el ojo de la tormenta,
como pequeñas luces que simulaban astros,
cuando todos supimos que el adiós era una grieta en la pared,

una grieta que debe sacarse al sol,
arrancarse como la hierba que sin quererlo nadie
crece todavía en los naranjales de mi padre,
en los campos que hace tiempo abandonó a su suerte.

Coronado de agridulces vainas el día,
su inmarscecible adiós, su cambio de escenario,
la mirada vigilante de mi padre dormitándose bajo un viejo tamarindo,
la orilla de un río del que nadie recuerda su nombre.

Y esas grietas que también coronan el cielo,
que giran y giran alrededor de la noche,
invisibles alrededor del día.

Yo quiero un día de campo,
tenderme bajo un viejo tamarindo
vigilando a mis nietos correr alrededor del agua,
y soñar con aquellas agridulces tardes
en que mi padre no enlutó los puños contra la pared.

La hierba secándose al sol frente a los naranjales,
los amarillentos limos girando y girando
en el aire, como aquellos satélites girando y girando,
en el aire en busca de la tierra que
gira y gira para volver siempre y repetidamente al mismo lugar.

LA EDAD DE CRISTO

He conocido todos los dolores,
conocí el dolor del desengaño
y el no rotundo de lo que intenté

en amores tengo la edad del cristo resignado,
desangrándose con lentitud bajo el intenso sol de abril.
Llevo en la boca la amargura del vinagre,
acedado con los daños.

Conozco el dolor, el no rotundo.

miércoles, 21 de enero de 2009

MARCHA CONTRA LA PEDERASTIA

A Alejandra Hidalgo


Me gustan las marchas,
las inmensas aglomeraciones,
atestiguar la ira de las amas de casa,
al oficinista gritando consignas
mientras roba tiempo a la burocracia
y el hombre de la calle, el que verdaderamente vive en ella,
espera a que desalojen la plaza
para acostarse en el césped
donde cada noche le germina un sueño
junto el hediondo olor que siempre lo acompaña.

Me gustan las marchas,
ser en la multitud el rostro
que nadie recordará mañana.

DECÁLOGO DEL ASESINO

Para que el círculo nunca se cierre
No vuelvas a la escena del crimen

Olvida a tu padre y a tu madre
Jamás tengas hijos

Cuando encuentres el amor
Escóndelo del enemigo

sábado, 10 de enero de 2009

SOLÍS RESPONDE

No sabes lo que cuesta,
nadar entre los muertos,
sin latido ya dentro del pecho
con una voz diciéndote al oído,
que nades, que no te distraigas
con las mariposas que se han perdido en el mar
buscando una flor debajo del agua.

No sabes lo que cuesta,
ser uno más de los muertos
que flotan en el agua,
ser uno más de los inertes
con facciones descompuestas
ya sin ojos, con el cuello carcomido
por los peces, con una voz diciéndote
que nades, aún sin brazos,
que contorciones tu vientre,
y aletees con los muñones
que aún te quedan.

No sabes lo que cuesta llevar mi nombre.

EXILIO

Si me anclara nuevamente en la vida
del pueblo, en cada momento sentiría el peligro
de un naufragio.
Iban L. Llop (Traducción de Mario Bojórquez)

Nunca más
del lugar de donde vienes has de volver.
Nunca más podrás volver a ser el que fuiste,
ni hacer memoria, tan sólo de tu recuerdo.
Antoni Marí (Traducción de Mario Bojórquez)



Si algún día pudiera volver al lugar donde nací
no me gustaría encontrar las cosas de siempre.
Llegar como extranjero sin que nadie pueda reconocer
aquel que fui hace tiempo,
el que se fue sin ganas de volver a estar en lugar de ayer.

Si algún día pudiera volver al lugar donde nací
irreconocible, sentado a mirar
las gentes que no podrán saber que soy
el que se fue en el ayer lejano de la juventud.

Si algún día pudiera volver al lugar donde nací,
volver de verdad, ya para vivir y no pensar
en el lejano paisaje de la niñez, y no pensar.

Si algún día pudiera volver al lugar donde nací
y reconocer la tierra que me vio crecer,
reconocer la tierra que me verá morir.


Si algún día
Si algún día pudiera
Si algún día pudiera volver
Si algún día pudiera volver a estar
Si algún día pudiera volver a estar en el lugar de ayer…

FORTUNA

Y ahora vas a permanecer en silencio
y sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas,
por cuanto no has dado crédito a mis palabras,
las cuales se cumplirán a su debido tiempo.
Lucas I: XX

Y guardarás silencio porque no has confiado en mi palabra,
nuestra risa temblará en el corazón de la quimera que extenderá sus alas.
Guardarás silencio ante el dolor de tu hermano,
no podrás emitir juicio ninguno,
callarás ante el dolor de los hijos que abandonaras a su suerte.
El silencio será la fortuna que nunca hubieras deseado,
otras cosas buscaste por caminos más ciertos,
otras señales te alertaron del camino más fácil,
pero guardaste silencio y no pudiste,
no podrás, nunca será posible para ti pedir auxilio.

Y guardarás silencio ante el dolor de tus padres,
nunca podrás recompensar a tus amigos,
de ellos la indiferencia para tu corazón cuando sufra,
el látigo que lacerará tu espalda.
Guardarás silencio, no podrás impedirlo
y veras a tu hijo descabezado en el río,
el hambre calentará tu vientre,
las raíces del sueño no te darán alivio
y tu palabra no podrá escucharla nadie.

Con tu hijo comenzará la historia del mundo,
pero tu fe ha caído sobre la mala suerte,
no serán tus palabras oración que llegue a los oídos del aire.
Y guardarás silencio, no podrá tu boca articular pensamiento,
tuya será la infamia,
tuyos los cuerpos sin vida de los que has amado.

Y arderán en tus ojos las garras del fuego,
una llama de ira encadenará todas tus muertes,
una jauría de hienas se comerá el recuerdo de las voces tibias de tus abuelos.

Y serán tus ojos unos robles inertes,
sobre el techo de la lluvia volará un paloma
quemando sus alas entre cenizas de rubios corceles.
Y arderás con todas las llagas del aire,
el miedo será tu fiel compañero,
pero cuando sueñes desearás volver a la vigilia,pero cuando despiertes desearás seguir soñando.