domingo, 14 de diciembre de 2008

LAS TARDES

Había en el patio un arroyo.
La casa rodeada por pitales,
por naranjas, por limas, un viejo tamarindo
y un árbol de mango como sauce.

Había un arroyo en el patio de la casa
y pavos, y gallinas agresivas que peleaban con los perros
y perros que comían a escondidas
los zorros de la noche.
Los gavilanes sobrevolaban la casa en busca del descuido,
los gallos se escondían en los pitales
cazando al gavilán.
Todo era un círculo perfecto:
el arroyo inundaba de rumor todas las tardes
y salíamos al patio en busca de la brisa
que no siempre llegaba. Pero estábamos ahí,
y la lentitud del tiempo espantaba hasta los muertos.
¡Tardes! decía el viento,
cuando la noche era ya una sustancia inevitable.

Entonces prendíamos el monte seco
y el humo se elevaba blanquecino hasta la noche.

2 comentarios:

Eva María Ashanti Zaragoza Marín dijo...

muy lindo!
tu blog también es lindo, es un encuentro con las emociones olvidadas...

Manuel Iris dijo...

Alvaro,

espero hayas recibido mi mensaje. Agradezco el tuyo. Estamos en contacto.

Afecto,

Manuel Iris