domingo, 21 de septiembre de 2008

QUÉ DETESTABLE AQUEL QUE LLORA EN PÚBLICO

Abundan en funerales
o en esquinas llorosas novias, que sin decir palabra,
esperan retener al que ya desde antes, y aún estando, se ha ido.
Y los niños que lloran sus primeros días de kinder
sin saber que no se debe desperdiciar el llanto,
porque el amor reclamará esas lágrimas
y la muerte exigirá su cuota
de dolor podrido, de dolor a sombra,
cuando el sepulturero comience a cavar la fosa de quien más se ama.

Que detestable aquel que llora de hambre
pidiendo dinero en una esquina
exhibiendo el brazo mutilado,
tocando horriblemente la armónica
que llora de pena ante su mal sonido.

Yo prefiero la soledad de mi casa para llorar a gritos,
enjuago mis lágrimas con kleenex, me tiro a la cama,
pataleo y hasta rompo algún tiliche que hace tiempo no uso.
Lloro, sí, lloro con elegancia,
y mi dolor no es menos
de aquel que llora en público.

"COMO DESPUÉS DE UN DÍA DE FIESTA"

Nunca la vida más amarga
que a la mañana siguiente de la fiesta.
Agrio el sabor del primer aliento,
es inmensa la sed con que se nace,
el espasmo del vómito que niega el beneficio
de comer algún bocado.
Y la memoria inconclusa, incendia,
echa a andar la tripa hasta el siguiente vaso,
hasta la tarde, hasta asomarse a la ventana al mundo,
a la calle a prisa
que hace tiempo amaneció.

Y la casa tirada, todo inmóvil oliendo a tabaco.
Toda la casa,
toda la memoria
ceniza.

VIERNES DE QUINCENA

Qué soledad tan impensable,
la de aquel que se emborracha hasta perderse,
porque nadie le espera,
o porque la que lo espera durmiendo
en uno de los lados de la cama,
no es quien habita su ebrio corazón.
Qué soledad la de aquel que se queda dormido
debajo de las desveladas mesas,
la de aquel que trastabilla al pasar el umbral,
y deja prendida la llave de la puerta
y se queda dormido en la taza del baño
hasta que alguien, a la mañana siguiente,
lo despierta diciendo:

¡Amor, el desayuno está listo!

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Álvaro Solís, Cantalao, Universidad de Guanajuato, 2007.


Por Brenda Ríos

Ayer se presentó en Bellas Artes este acuático, fundamental libro. Le llevó al tabasqueño ocho años reconstruir o recordar -que es otra manera de construir- la ciudad pensada para los artistas que Neruda no pudo concluir. Cantalao tiene calles y casas donde podemos tonar el fresco y sentarnos a mirar y a desear el mar, pero también tiene ríos y cauces, y mujeres blancas esperando. Cantalao es un estado de ánimo, entre la languidez, el abandono como un cuerpo en el mar se abandona, pero también es un libro de espera y de caminos de agua, múltiples, desvanecidos, presintiendo el río en su llegada. La voz del poeta ocurre cerca, no está plagada de retóricas antiguas o temas suntuosos, no habla de templos o reinos perdidos, Solís habla de este tiempo que es el nuestro en que la vida ocurre a descampado, a la intemperie, a la mitad del agua en la cintura, en la provincia o en la ciudad pero en uno mismo.Enhorabuena al poeta. Un libro, sin duda alguna, entre los más bellos de los últimos años.

Presentación de Diván de Mouraria de Mario Bojórquez y Cantalao de Álvaro Solís

Por Omar Alcántara

Dos formas de sentir nostalgiaOmar AlcántaraUnos minutos después del mediodía, ante una nutrida asistencia, el ensayista y poeta Alí Calderón fue el primero en tomar la palabra. Durante su intervención comentó la obra de Álvaro Solís, al tiempo que invitó a una reflexión sobre la estética de la poesía actual: en su opinión, mucho de esta estética “se nos ha impuesto”, alejándonos de lo que el consideró “la razón de ser del poema”: el estremecer. De ahí que elogiara la poesía de Solís, ya que, en su experiencia, él es de los “pocos poetas de su generación que provocan algo”.
Alí Calderón también destacó “el prodigioso lirismo, [el] desborde de melancolía y soledad” que se halla en la poesía de Solís, y apuntó que sus “hallazgos extraordinarios” lo ubican “lejos del vacío conceptual”, por lo que lo llamó digno heredero del poeta José Carlos Becerra, con quien Solís comparte el origen tabasqueño.
El poeta Jair Cortés, por su parte, se encargó de comentar el libro y la poesía de Mario Bojórquez. Comenzó hablando de la amistad que los une, y enseguida hizo referencia al trabajo de Bojórquez, destacando en él su “preocupación estética múltiple” y “su asombroso manejo del lenguaje”. A decir de Jair Cortés, en Diván de Mouraria se expresan “las más profundas pasiones del hombre”, con lo que destacó en el libro presentado tanto la expresión, como el hecho de que en cada uno de sus versos de siempre encontremos un “hallazgo poético”.
A continuación, fueron los autores de Cantalao y Diván de Mouraria quienes tomaron la palabra. Álvaro Solís habló del origen de la palabra “Cantalao”, que se refiere a un pueblo ficticio en donde Pablo Neruda imaginó una comunidad de artistas junto al mar, y que Solís descubrió en la lectura de una biografía sobre el poeta chileno: “Este libro, titulado Cantalao, habla un poco sobre aquel pueblo que no existió […] por lo que las dos primeras partes [del libro] son la descripción [del mismo]”.
Álvaro Solís comentó también sobre la nostalgia que experimenta al recordar su estado natal, nostalgia que contagió al auditorio al entonar intensamente sus versos: “Alguien dicta al oído lo que escribo, nadie más escucha su palabra de sombra sin voz, sin labios, sin diafragma. Alguien dicta lo que escribo, su voz habla a mis manos, yo no escucho, no es palabra el sustrato; es latido” (“Escribano”).
Álvaro Solís, como lo hiciera después Bojórquez, leía y de reojo miraba a los presentes, como si buscara en ellos los efectos de sus palabras. Concentrado, trasmitía diversas emociones: “El mar es la tumba de Dios sin epitafio”. Sus versos fueron como una marejada tierna y susurrante en la sala. Y concluyó con su poema “Testamento”: “Con discreción tírenme al río […] con la discreción de la ceniza”
Mario Bojórquez, quien permaneció muy atentó a la lectura de Solís, elogió la lectura de su amigo al tomar la palabra. También habló sobre la composición de Diván de Mouraria: “[Lo] escribí en la soledad más plena [y] es un libro al que le tengo mucho afecto”. Y, como si no hubiera bastado el torrente emocional de la lectura de Solís, Bojórquez –en otra tesitura, en otro estilo, en donde la gesticulación de sus manos buscó acompañar en casi todo momento la fuerza de sus versos–, leyó sus poemas: “Porque he puesto en tus manos mi esqueleto de sombras/ en tus ojos abiertos ha crecido el espanto/ gacela de los días, náufrago de mi cuerpo” (“Gacela de antes del amor”).
Una tras otra, las gacelas y las casidas (poemas con filiación métrica y poética árabe) que componen su poemario, se expresaron con gozo. Después de algunos poemas hizo algunos comentarios: recordó a John Keats y puntualizó sobre los títulos de sus poemas. Y, nuevamente, vivió cada palabra suya: ya no leyó, sino que citó de memoria: “Todos tenemos una partícula de odio…”Los asistentes agradecieron con fuertes aplausos a los dos poetas, ambos ganadores de premios, ambos destacados escritores que dan fe de la cabal salud de la poesía en nuestro país.

viernes, 5 de septiembre de 2008

PRESENTACIONES DE MARIO BOJÓRQUEZ Y ÁLVARO SOLÍS

Este domingo, a las doce del día, en Bellas Artes, los poetas Mario Bojórquez y Álvaro Solís (becario 2003-2005) presentan, respectivamente, Diván de Mouraria y Cantalao, éste último Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura 2007.Sobre Cantalao, escribe Jorge Fernández Granados: "Los poemas que acompañan este libro saben conducir al lector por las intuiciones centrales de la melancolía, brillan de pronto como inolvidables brasas."Los acompañan Alí Calderón y Jair Cortés, becarios de poesía 2003-2004.