miércoles, 10 de septiembre de 2008

Álvaro Solís, Cantalao, Universidad de Guanajuato, 2007.


Por Brenda Ríos

Ayer se presentó en Bellas Artes este acuático, fundamental libro. Le llevó al tabasqueño ocho años reconstruir o recordar -que es otra manera de construir- la ciudad pensada para los artistas que Neruda no pudo concluir. Cantalao tiene calles y casas donde podemos tonar el fresco y sentarnos a mirar y a desear el mar, pero también tiene ríos y cauces, y mujeres blancas esperando. Cantalao es un estado de ánimo, entre la languidez, el abandono como un cuerpo en el mar se abandona, pero también es un libro de espera y de caminos de agua, múltiples, desvanecidos, presintiendo el río en su llegada. La voz del poeta ocurre cerca, no está plagada de retóricas antiguas o temas suntuosos, no habla de templos o reinos perdidos, Solís habla de este tiempo que es el nuestro en que la vida ocurre a descampado, a la intemperie, a la mitad del agua en la cintura, en la provincia o en la ciudad pero en uno mismo.Enhorabuena al poeta. Un libro, sin duda alguna, entre los más bellos de los últimos años.

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